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Sin duda alguna Dune era el estreno más esperado del 2021 por los aficionados al cine, y no es para menos. La obra original de Frank Herbert, que sirvió de «inspiración» para tantas obras ulteriores como La Guerra de las Galaxias o Juego de Tronos, ya contaba con dos adaptaciones al lenguaje audiovisual, primero con la famosa película de culto de 1984 dirigida por David Lynch y luego en formato miniserie de 3 episodios en el año 2000.
Ninguna de las dos le hacía justicia a la obra maestra de Herbert. Pero llegó el turno de Denis Villenueve, uno de los directores más interesantes de las últimas dos décadas, audaz y versado a la hora de abordar desafíos, sin ir más lejos miremos su anterior trabajo, Blade Runner 2049.
Luego de que nos cautivara a todos con Blade Runner 2049, muchos pensábamos que ya no había nada que fuese imposible para el osado director canadience, pero… ¿ha cumplido nuestras espectativas al adaptar este clásico de la opera espacial de Frank Herbert? Quiero dejarlo claro desde el inicio, SÍ (al menos desde mi punto de vista).
Llevar a la gran pantalla una obra fundacional como Dune no era tarea fácil. Muchísimo de lo que hemos visto en películas y series ha sido «saqueado» de la obra original de Herbert, escrita hace ya más de medio siglo, en 1965. Por lo que adaptar la novela supondría una aventurada apuesta con riesgo a sonar redundante y volverse inapetente para el expectador al tratar claves tan vistas en cine y televisión.
Bueno, entremos en Dune, dejémonos seducir por la arena de… Arrakis…
La historia nos sitúa a más de 10 mil años luego de la Cofradía Espacial. La galaxia se encuentra sometida por el Imperio Galáctico, dividido en diferentes casas de familias nobles, cada cual con su señorío planetario. Luego de muchos años de extraer las especias del planeta desértico de Arrakis, la casa Harkonnen es retirada del planeta por orden del emperador y es relevada en su labor por la casa Atreides. Aquí es donde Paul Atreides da inicio a su aventura.
Paul es el heredero al liderato de la casa Atreides y a su vez se ve inmiscuido en un mítico camino a convertirse en el futuro salvador de Arrakis. Visiones premonitorias, poderes arcanos, gusanos colosales y una vibrante travesía épica son algunos de los ingredientes que hacen de Dune una apasionante epopeya fantástica, pletórica de riqueza heroica.
En el reparto nos topamos con varias caras conocidas, a mi juicio un casting mucho más idóneo que el que nos ofreció Lynch, aunque me parece injusto comparar esta película (que por lo demás está incompleta) con la de 1984, que se propuso condensar toda la primera novela en una sola película. Por esto mismo la película es honesta, y desde el minuto uno muestra su declaración de intenciones poniendo grande y claro «Parte 1». Y es así como se siente, se siente muy propedéutica, como un largo, pero palpitante prólogo hacia algo aún más grande… (esperemos).
Villenueve ya nos tiene familiarizados a producciones visualmente poderosas a la hora de trabajar la ciencia-ficción, dotando a cada película de una identidad propia.
El desierto de Arrakis no es el mismo al presentado en Blade Runner 2049, por ejemplo. Veamos, a su haber cuenta con tres películas del género y en cada cual se respira una personalidad única según el tono que imprime en cada una de ellas.
La Llegada es un drama intimista, Blade Runner 2049 juega una baza contemplativa en clave neo-noir y en Dune nos ofrece un tono en clave de épica y aventura, algo más cercano al espíritu de Lawrence de arabia (1962) que a otra cosa. Es a ese tipo de épica a la que apunta Dune. Una épica de enormes planos generales, una épica de odisea, de leyenda heroica, con una agudeza etérea muy bien acompañada esta vez por Hans Zimmer, compositor de cabecera de su colega Christopher Nolan, mucho más de ambientes que de melodías.
Como cereza del pastel, me parece justo destacar el fascinante trabajo de Greig Fraser como director de fotografía, quien ya había trabajado en entornos espaciales con anterioridad (Rogue One, 2016) y se nota, muchísimo.
¿Cambios con la novela? Sí, pero están muy bien puestos y no transgreden el relato. Ya sabrán quienes habrán leído la novela y visto la película, los cambios más notorios se dan en el asalto harkonnen (momento trajes y demás), el cambio de género de la planetóloga, que en el relato de Herbert es hombre… y poco más.
Se necesita este tipo de cine de ciencia-ficción -vale para cualquier género- pero especialmente el cine de ciencia ficción. Con un tono sobrio, adulto, sublime y épico. Así mismo como se necesita el cine de evasión, claro está, los blockbusters palomiteros, superhéroes y demás. Pero muy pocas películas nos ofrecen una estética con una personalidad e intensidad dramática tan acentuada, con personajes tan bien definidos y narrados esencialmente en imágenes, sin necesidad de diálogos sobre explicativos.
Todo esto en un mundo totalmente nuevo para gran parte del público que no se sentirá perdido porque la película se sabe explicar con lo justo nada más arrancar, sin hablar tanto… ¡que es cine! Y muy bien lo sabe George Miller a la hora de concebir su Mad Max: Fury Road.
Para cerrar nuestra critica de Dune: me parece una película muy interesante en muchos aspectos, una película muy bien planteada, con una propuesta transparente desde el inicio y con un guion como una catedral. Si bien se cambiaron algunas cosas me parece una muy buena adaptación, fiel al espíritu de la obra literaria. Por aquí esperaremos con ansias la segunda entrega.
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